Diferencia entre revisiones de «Primeros habitantes»
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Última revisión de 21:06 28 abr 2014
Contenido
Un desierto desolado e inhóspito
Al finalizar el siglo pasado, la vía del Ferrocarril Sud, extendida de Buenos Aires a Bahía Blanca, detenía el convoy que hacía ese tramo en la Estación La Larga para el descenso de pasajeros, carga y correspondencia, que debía distribuirse en esta zona. Desde ese lugar se traía también el pan para los primeros vecinos de la incipiente población. Años más tarde la empresa del Ferrocarril levanta en una fracción de terreno donada por el dueño de campo "Las 10 Lagunas", Don Emilio Daireaux, la estación que hoy perpetúa su nombre. Los hechos revelaron más tarde que los fines perseguidos por el Sr. Daireaux al tratar de ubicar la estación en el lugar mencionado, contribuiría en forma inmediata a una rápida y ostensible expansión, tanto más si se añade que el primer loteo casi simultáneo insinuaba un progreso a corto plazo. Acostumbrados los viajeros a recorrer las llanuras dilatadas de nuestra región no se asombraron cuando el tren se detuvo por primera vez y observaron a poca distancia de las vías férreas solamente tres casas construidas de barro y zinc, que al decir del Dr. Giordano Bruno Cavazzutti, primer médico que tuvo Daireaux "un desierto desolado e inhóspito". En ese lugar levantaron sus casas los primeros pobladores, desafiando al pampero que soplaba casi en forma permanente, con inusitada violencia levantando nubes de arena que llegaba hasta los lugares más protegidos. Las casas que aquí se mencionan pertenecían a los señores: Salustiano Larrinaga, comerciante, en el rumbo N.O.; a la Fábrica de Carros de don Pablo Colombani y la agencia de mensajería "Correos de los Estancieros" de don Camilo Charó, en el rumbo S.E.
El señor Emilio Daireaux, muy emprendedor y honorable persona fue quien dio origen a la naciente población, permitiendo con el primer loteo a que se afincaran nuevos vecinos que no solo contribuirían al aumento demográfico sino que aportarían con su trabajo e inteligencia a aumentar el caudal de recursos en el lugar que, con el correr de los años, para muchos, se constituiría en el de sus afanes, donde verían crecer sus hijos y educarse con amor al terruño que los cobijara en tan temprana y desventajosas circunstancias. El señor Emilio Daireaux dio también en arrendamientos grandes parcelas de campo, permitiendo de esta forma que de los 4 puntos cardinales llegaran hombres dispuestos a roturar las tierras vírgenes desafiando las inclemencias del tiempo. Ellos fueron los que enriquecieron con sus conocimientos en el rudo laboreo agrario la "patria chica", poblando la pampa con el murmullo de voces infantiles que con el correr del tiempo darían a la vasta llanura bonaerense una mentalidad ciudadana, llevando el progreso de la técnica a sus campos y permitiendo que se abrieran nuevos caminos que harían un enlace entre el campo y la ciudad.
Llega a Daireaux don Pablo Guglieri
En el año 1902 llegó a Daireaux don Pablo Guglieri quien venía a caballo desde Pigüé. Su primer contacto lo tuvo con don Carlos Bonnettini, jefe de la Estación. Su propósito era radicarse en algún lugar propició donde volcar sus inquietudes de hombre realizador. Es así que explorando las tierras llega hasta Ibarra, de donde regresa con la firme resolución de fijar aquí su residencia.Don Pablo Guglieri era un hombre de clara visión, animado de deseos creadores. Baste para describirlo la opinión de un profesional, que convivió con él en los días de la naciente población, que dice así: "Era una semilla europea, cosechada en la época en la que el obrero no pasaba de ser esclavo, qué concomía su vida en el trabajo a cambio de un mendrugo y que generalmente arrastraba una existencia sin perspectivas de nuevos horizontes. Y esa semilla transportada al humus de la más rica de las provincias de la República Argentina, había dado frutos insospechados. A menos de cuatro lustros de su arribo al pueblo de Buenos Aires, en la bodega de un mal barco, era poco menos que el dueño del pueblo en que vivía, con todos los caminos abiertos para llegar a ser millonario. Ya entonces tenía la visión clara de su porvenir y tomado el rumbo de su derrotero. Un derrotero que sería tan largo como toda su vida de trabajo honorable, inteligente y tesonero. No ha mucho, en una provincia del interior cuyo clima le sienta, he podido apreciar una vez más de lo que es capaz ese hombre. Lo encontré transformando un páramo en un vergel, iniciando a los peones nativos en la técnica del trabajo, enseñándoles a manejar la plomada, el nivel y la escuadra, a reforestar regiones bárbaramente taladas por "el hacha de la codicia", plantando, en artística disposición, árboles escogidos, que él, ya más que octogenario, no alcanzaría a ver crecidos". Esta descripción corrobora su templanza en los hechos que más tarde debería enfrentar con firmeza, tanto en la existencia del diario vivir como en la lucha por la emancipación del pueblo en el que encontró alojamiento. Su deseo de formar en torno a la estación un núcleo urbano le lleva a comprar una extensión de campo de 600 hectáreas que adquiere de don Emilio Daireaux y un terreno de 100 metros de frente por 150 de fondo, que forma parte hoy de la manzana nº 1 circundada por las calles Roca, Alsina, Rivadavia y Mitre, donde está ubicado el Hotel Universal y el grupo de casas levantadas en el perímetro mencionado. Allí construye Guglieri su vivienda, la primera de mampostería, en el mismo lugar donde está ubicado el chalet de Ginestet Hermanos.
Adquiere más tierras
Del propietario de "Diez Lagunas" compra una nueva fracción de campo la que subdivide en quintas de cinco mil a veinte mil metros cuadrados, subdivisión que comprende la parte urbana que abarca la calle Newbery al Súd y las que bordean calle por medio con la Colonia Fortín Tordillo.
Demanda que encuentra eco
Así las cosas y no transcurrido mucho tiempo cuando el señor Emilio Daireaux lotea 20 manzanas, que son las comprendidas por las calles Jorge Newbery, Av. Adolfo Alsina, Urquiza y Juan José Paso. La demanda que esta venta encuentra es extraordinaria y contribuyó a que se levanten nuevos grupos de viviendas y de comercios. Entre ellas se cuenta la fundada por don Pedro Ariceta en 1904 en la esquina de Avenida Roca y Rivadavia, conocida en aquel tiempo como el Hotel La Lata, por estar construida de hierro y madera. En ese mismo año fue inaugurado el Hotel Universal, por don José Coppié, cuya construcción era de mampostería. En el año 1906 la Casa Galli inicia sus operaciones en el ramo de tienda, ocupando un lugar de hierro y madera que existió en el terreno que hoy pertenece al Banco de la Nación Argentina.
Nueva adquisición de tierras
Pasado 4 años dé su llegada don Pablo Guglieri que ya ha consolidado su economía compra de doña Josefa Piñeiro un campo de 1331 hectáreas, cercano al que antes adquiriera de don Emilio Daireaux y un año más tarde lo fracciona en quintas de media a quince hectáreas, proporcionando a aquellas personas que ardían en deseos de afincarse en estos lugares la oportunidad de hacerse dueños de una parcela.